sábado, 26 de enero de 2008

UN AMOR COMO NINGUNO (II)



Entrada del Camping Don Horacio
Propiedad de la Sociedad de Fomento
Amigos de Pehuen-Co



          Cuando nos conocimos Ernesto estaba pasando las vacaciones con sus nietos adolescentes. Pero sabemos como son los adolescentes, quieren libertad y pasarla lo menos posible con su familia. Este caso no era la excepción, poco la pasaban cerca de su abuelo, se levantaban tarde, iban a la playa, se iban temprano por la noche y volvían al salir el sol. Ernesto era un hombre sociable, de muy buen carácter, y sentía la soledad que se había instalado en su vida en los últimos años con la pérdida de su mujer.

         El venir a vernos, compartir un almuerzo o cena, o simplemente pasar por la noche a charlar o a llevarme a dar una vuelta en el auto por la villa lo hacía sentir acompañado y feliz. Los viernes íbamos a bailar a la escuelita y algunas veces salíamos a cenar acompañados por mi hija menor, a la que quiso mucho y por la que sentía preferencia, calculo que era porque Noelia era una niña de nueve años, muy cariñosa con él. Siempre acentuaba que “…es bueno mamá, Ernesto es muy bueno...”

        Sus hijos pensaban que era feliz, los hijos solemos ser ciegos, o muy egoístas con nuestros padres, pero lo cierto era que su soledad le pesaba, que se sentía una carga para sus hijos y que su vitalidad y su mente clara le decían que lo que llevaba no era la vida que él quería vivir. Poco después de su muerte su hija me dijo que no me permitía decir que su padre era feliz porque estaba conmigo, que si yo no hubiese aparecido dijo“…mi padre igual hubiera sido feliz, de otra manera, pero feliz”. Me pregunto ¿hay otras maneras de ser feliz?, yo creo que se es o no se es feliz, no hay maneras diferentes, hay circunstancias que nos llenan de felicidad y otras que solo nos dejan vivir sin más ni más, mirando pasar la vida sin tocarla y añorando cosas que no llegan. Lo cierto es que no es que yo diga que él era feliz conmigo, Ernesto se encargó de decírselo a todo aquel que quisiera escucharlo, y además yo siempre aseguré que esa felicidad era compartida, porque yo también lo era a su lado.

      Cuando Ernesto llegó a mi vida, (no aparecí yo en la suya), era un hombre que se sentía triste, aunque nunca lo decía a nadie, mucho menos a sus hijos, los amaba y no quería causarles tristezas. Se sentía solo, pensaba que tenía mucho para dar pero no había encontrado ni la forma ni como, tal vez no había encontrado a quien darle ese caudal de amor que fluía aún por su sangre y encerraba en su alma. Más tarde sus vecinos al conocerme me aseguraron que nuestra relación le había cambiado la vida, que lo veían distinto, con una alegría hacía mucho no le veían.
   
   Una tarde de mucho calor conversabamos detrás del alambrado que separaba el camping de la calle, la sombra de los pinos hacía el lugar agradable, recuerdo que hablabamos de la soledad, de lo feo que era llegar a la casa y encontrarse con el silencio; entonces yo le dije " Don Moreno Ud  no es un hombre para estar solo, debería replantear  su vida, encontrar a alguien que lo ame y sea su compañera. Me miró y me dijo “…Ángela eso es imposible, ¿donde voy a encontrar a otra mujer como la que perdí?. ¿Dónde hay otra Ana?”,  le dije que nadie es igual a nadie, que no hay dos personas iguales, que nadie es irremplazable, que la vida se encargaría de demostrárselo.

    En ese momento nunca imaginé que la mujer que lo amaría y lo acompañaría hasta su último momento iba a ser yo.

Texto: Angela Teresa Grigera
Imagen: Tomada de Google


11 comentarios:

Paco dijo...

Esta situación es un autentico calco de la que padece mis suegra ahora,quien perdio a su marido ahora hace 9 meses, parte de sus hijos no voy a decir que la ignoran, pero casi... piensan que es feliz, pero ella esta sola, sale pro las tardes por no estar sola en una casa inmensa y casi solo recibe la llamada diaria de una de sus hijas (mi mujer), el resto ni se preocupan... solo les interesa el dinero de la herencia y poco mas, y a los que yo califico de gentuza...

No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo hemos perdido.

besos.

Unknown dijo...

Ángela, los hijos creen que los padres siempre tienen que estar juntos y guau si quedas viuda/o o te separas, 'nunca más debes formar pareja'...tal vez con los años comprendan. En el caso de la hija de Ernesto, debería saber que el amó a su mamá...pero por qué no amar a otra mujer?. Mira mi vida, mis hijas ohhh o te he hablado de mis dos amores...Carla de 19 y Lucía de 17, no comprenden que no pueda amar más a su papá. Con el paso de los años, quizás lo comprendan. Chuik, Chuik (así besan las palomas).

Anónimo dijo...

...hermoso lugar angie!
el amor nunca muere, crea esoacios cada segundo vivido, un infinito abrazo y mi cariño querida amiga!

Anónimo dijo...

la felicidad aparece por donde no la esperamos, eso la hace mejor aún

:)

amor

satira dijo...

Pues yo creo que no hay dos personas iguales en este mundo pero si hay personas que te pueden llenar que pueden volverse una llama que encienda el vacio... la gente ve solo lo que quiere ver , si en realidad eras tu quien lo llenaba de felicidad debes sentirte feliz porque lo unico que importa esque el lo sabia y tu lo sabias ...


saty : )

cieloazzul dijo...

Te leo y no puedo evitar sentir esa soledad que Don Ernesto debió sentir con la ausencia de su esposa, pero la oportunidad de reencontrar el amor y la esperanza en un gran mujer como Tu debió ser para él una caricia de vida...
Mil besos querida amiga...
Gracias por compartir ésta historia..

Anónimo dijo...

ángela, el texto es falso, lágrimas te lo confirmará

siento este problema

un abrazo

santiago

Lágrimas de Mar dijo...

ángela ya te lo conté por mail, no soy yo, pero vengo a agradecerte tu paso por mi blog y tu apoyo,

hay alguien molestándome y molestando a los demás y lo hace impunemente, un beso para ti y mil gracias

Lágrimas de Mar dijo...

ángela, yo no lo puedo borrar, la opción la tienes en la pequeña papelera que está al pie, le das y lo borras si te molesta, por mi no lo hagas, deja que todo el mundo vea que es una mentira

gracias de nuevo

lágrimas de mar

fgiucich dijo...

Es cierto, los hijos somos muy egoístas y, especialmente, muy cómodos. Pensamos que nuestros padres no pueden seguir disfrutando de la vida. Pero volviendo a tu historia, me encanta seguir leyéndote. Abrazos.

Kim Basinguer dijo...

A veces los hijos creemos que cuando los padres "son mayores" basta para que sean felices depender de nosotros o cuidar a los nietos.
Somos muy egoistas.